viernes, 15 de enero de 2010

CUBA

Dejamos la isla atrás. Nadie esperaba nuestro regreso y, sin embargo, hicimos las maletas, miramos por última vez y lloramos con los ojos empapados en ron. Atrás quedó el mar que nos alejaba, la selva que creímos nuestra de algún modo. Atrás quedó el olor a tierra mojada, la sonrisa cercana y la fruta fresca. El avión nos alejó rabioso y las ventanas quedaron empañadas. Quizás nunca volvamos, quizás sólo sea un recuerdo. Aterrizamos en Madrid. Recuerdo que llovía. Sentí que no se alejó un lugar, se alejó un mundo diferente, apenas eso, otra forma de sentirnos, de ser humanos. El mundo se mueve deprisa, nos come sin piedad. Y en esos momentos recuerdo a Gladys, a Jorge, sus medallas en Angola, y ese mojito cantando a Silvio; recuerdo la revolución en los ojos de la gente y el viento en playa Girón. Fué sólo un instante y ahora los coches rugen y yo quedo contigo para tomar café. En la calle hace frío y la fruta no huele igual, pero estás tú y, de cuando en cuando, el aire trae aroma a tierra mojada.