sábado, 29 de agosto de 2009

DOS MUNDOS

La ciudad está hueca. Arriba queda el mundo que tú conoces (¿sigues vivo?), abajo está lo que escondes (no seré yo quien te descubra). Caminamos y nuestros pasos suenan huecos allí abajo (ellos también creen que todo está hueco). Arriba tomo un café contigo, me cuentas, te cuento y fumamos silencios. Arriba (allá donde nos descubrimos) el cielo amenaza tormenta y el espacio es un coche azul mal aparcado. El periodico lee a una mujer, le recita excusas y ella sonríe con labios de quizás. Todo es así allá arriba (no hará falta que me extienda).
Abajo me contaron que te oyeron maldecir tu suerte (ellos reían, como es lógico). Llovía, eso me dijeron. Saldrían, te explicarían cómo llegar abajo, pero la lluvia se les vino encima con hojas secas y cigarrilos doblados. Ellos son así: ríen, hablan y te alcanzan siempre un paso antes de la poesía (maldita poesía azotadora).
Resulta que tienen frío, que envidian la suerte de poder alcanzar un pecho desnudo en el que aliviar el aguacero, pero tú y yo tomamos café (esa es la verdad). Me cuentas, te aburro y pasa un camarero guapo. Te invito a casa, sonríes y el mundo se viene encima de la ludópata de mi izquierda (hay que ver). El caso es que tu pecho tambien me aburre y es tarde para mirar tus ojos.
Abajo un hombre duda si la cerveza tiene fuerza (¿lo ves?), una mujer joven intenta hablarle, busca en pasos cortos su mirada y desearía vivir arriba. Su vecino escapó de casa, alguien dijo que le vieron sacar un dedo por una alcantarilla (pobre), dicen que intentaba alcanzar la nevera de un escaparate (pobre). Escapó, se le vió llorar, buscaba alcantarillas un 14 de marzo a las 11:45 de la mañana. Todo se sabe, incluso lo que escondes (tranquilo).
Ya ves que no pretendo nada. Abajo sueñan con tu pulso en su muñeca, arriba buscamos el suelo en las nubes y yo te digo que tengo sueño y que no te enfades, y que no me importas, y que te quiero, y que no te quiero, y que sabes a lluvia, y que no quiero mojarme, y que dejes las llaves bajo la alfombrilla. El camarero guapo sonríe y escucha las risas bajo el fregadero, deseando volver allí. Así es.

POESIA E-NUMERADA - 7

Os envidio en la muerte

Llena de vida.

Que gozo el disparo cruel cuando se ha vivido.

Y qué infame mi postura de burgués que escribe

para añadir revoluciones eróticas.

Moriré en Madrid,

una tarde de verano,

donde los muchachos del barrio jueguen al fútbol.

Moriré viejo, decrépito,

y, cómo no, rodeado de los míos.

Alguien dirá “pobre hombre”

y una enfermera virgen

tapará mis huesos doblados.

Al calor del horno una mujer gimoteará recuerdos

Sólo ella. Quizás algún otro despistado.

Será así, ya ves.

Es por eso que te digo

que envidio la muerte vivida,

es por eso que os envidio, compañeros.

A vosotros, los muertos rebeldes que,

aún anónimos,

os negáis a morir muertos.

Los que se ríen de guadañas y lutos,

los que yacieron desangrados sobre la tierra que amaban,

los que llenaron los bolsillos de esperanza.

Os envidio. Todo sea porque nunca habréis muerto.

Lo dejasteis todo acá,

en un trozo de pan,

en una brizna de tiempo.

Os envidio en la muerte,

tan llena de vida.

POESIA E-NUMERADA - 6

Miserables os digo,

 Mil veces miserables.

Nos habéis condenado, miserables.

Nos habéis robado sueños y ahora,

que ya no os queda nada,

preguntáis la razón del odio.

Veo trenes al alba

repartiendo esclavos que dormitan,

veo esclavos limpios

anhelando tiempo que perder

o que ganar, da igual ante todo.

Leo periódicos vomitando excusas,

pero lo cierto es que no os importa

tambalear andamios donde se agarran,

desesperados,

ancianos que sólo quieren ya recuerdos.

Escupo a vuestra corbata, a vuestra mujer,

a vuestros niños bilingües de colegio francés.

Temblad, temblad.

Que no será a nosotros a quien nos llore el pulso

ante el inevitable disparo.

POESIA E-NUMERADA - 5

Hay menos recuerdos que pasos,

seré sincero.

No es maldad ni interés

lo que me mueve a decirle esto:

proclamo mi inocencia, señor juez.

Es que no recuerdo haber tenido malos momentos,

ni buenos.

Todo se ha borrado, plaf, en mi memoria.

No me lo tenga a mal.

Aprovecho para honrar a todos aquellos que me quisisteis.

Lo digo con sinceridad

(y sin memoria).

Poco os importará que os sea reconocido el esfuerzo

(a vosotros que tanto me quisisteis).

Aprovecho ahora para maldecir a todos los que me jodisteis

(no me lo tengáis en cuenta, os lo debía hermanos).

No es por accidente o infortunio,

es que mi mente vaga sola y no me hago cargo de ella.

Resulta que un día recordé viajes, amigos y besos.

Resulta que un día me asaltó la nostalgia, fíjese,

pero era tarde y el reloj marcó la hora de mi deshaucio espiritual

(hay horas feas para la nostalgia).

Mira que ahora, sin notarios del recuerdo,

veo que nada es ambiguo,

que todo merece la pena por no poder recordar con alegría.

Sólo me quedas tú, compañera, el presente.

Qué fastidio no poderte prometer siquiera el recuerdo.

POESIA E-NUMERADA - 4

Nacimos en el ‘77.

Nos llamaste democracia.

A todos, sin excepción.

Hermanos de sangre y España.

Familia unida por fin.

Arrebatada de entre el fuego de hermanos, dijiste.

Nunca quisiste a madre, reconócelo.

Nadie vendrá ahora a pedirte cuentas.

Reconócelo, al menos.

Era fácil creerte, teníamos miedo

y tú eras gracioso antes del zarpazo,

antes de la cara herida

antes de la sonrisa helada.

Nos quisiste angelicales, callados como muertos,

muertos como los hermanos muertos, y reclamo muertos,

bajo las acequias y los ríos asesinados.

Ahora que las cunetas claman venganza sólo te queda el aullido

para recordarnos, hijos del voto, que tú trajiste libertad a una familia baldía

de donde hasta los pájaros huyen al ver tu espada de barro.

POESIA E-NUMERADA - 3

Hay un hombre frente a mí.

Está desnudo.

Tiene cuatro brazos,

cuatro piernas

Es normal, como nosotros,

Tiene el pelo largo,

tiene mirada cansada

  … como nosotros.

Y si alguien no me hubiera dicho que fue un hombre del Renacimiento,

Juraría por la vida haberle visto en algún periódico.

Muerto a machetazos en la selva boliviana,

muerto anoche de puñalada esvástica,

muerto por terrorista en Londres,

muerto por yonki y ladrón.

Suerte la suya haber nacido tan pronto,

y parecerse tanto a un tal Da Vinci.

POESIA E-NUMERADA - 2

Morimos la época del silencio,

(vivir sería pedir demasiado).

Salimos a la calle

 y compramos helados de pino,

y muebles de fresa.

Compramos, digo, la vida que nunca tendremos.

¿Quién fue el primero en olvidar?

No recuerdo y creo, sin querer,

que alguna vez quise recordar para vivir otra historia.

Es tan difícil mantenerse al margen…

POESIA E-NUMERADA - 1

Agreden los minutos, el paso del tiempo altivo,

suenan relojes paganos que advierten del ocaso.

Nada queda aquí,


recoged cuanto podáis,


asiros a las manillas del reloj de la plaza muerta,


como un Chaplin desbocado.

Es la muerte rápida, sin sabor a hiel, ni a manzana,

ni a nada.